jueves, 12 de noviembre de 2015

Vamos que no ha pasado nada

Como si fuera una maldición. Había hecho todo bien, tapó varias pelotas claves en el partido con el El Globo Lasherino, sin embargo el destino le tenía preparado un golpe que sería letal para el equipo, una pelota envenenada, la duda del central una salida con una milésima de retraso y falta.
Era como sentir que el mundo se venía encima. Apenas 60 segundos faltaban y el punto ya casi estaba en el bolsillo.
La roja en el aire, de parte del juez, fue como un mazazo para Martín Sambor, el portero de 28 años nacido en la cantera del club sentía como el dolor lo carcomía.
El viaje de vuelta de Mendoza fue en silencio. Masticando bronca e impotencia. Pero solo le bastó encender su celular para encontrarse con el apoyo que necesitaba: “Te conozco mejor que nadie, puedo sentir exactamente lo que estás sintiendo. Siento bronca , tristeza. Te acompaño todos los días y sé que amás esta injusta profesión. Sé del sacrificio y voluntad que le ponés a tu trabajo. Sé de tus suplicas a Dios para que te guíe en este camino, de tus suplicas por TU CLUB. Tus ojos solo brillan cuando en tus manos ponés tus guantes, esos guantes que tanto te cuestan, que peso a peso ahorrás para tenerlos. Más que nunca a tu lado!! Lloramos sin consuelo con tu Pipi, simplemente porque sabemos que significa todo esto para vos. Te esperamos!!! Te amo!!”. En ese momento bajó la mirada y en el último asiento del colectivo dejó caer algunas lágrimas. En ese momento entendió que dificil es la profesión de arquero. Volvió la mirada hacia la ventanilla, respiró profundo y llamó a Andrea, su esposa. Del otro lado las palabras parecen ser un remolque que lo levanta y su hija Valentina le termina por sacar una sonrisa.
Martin se acomoda en el asiento, con más tranquilidad y casi sin darse cuenta se sienta a su lado el técnico Ricardo Dillon. “Me contó una anécdota que le pasó a él cuando fue jugador en Tucumán, con Atlético. Me ayudó mucho, porque era como el momento que estaba viviendo. Me sentía culpable. Pero sus palabras de apoyo y sobre todo la confianza que me brindó me sirvieron de mucho” comenzó contando el arquero que fue héroe y villano a la vez en un mismo partido. Una historia que le ocurrió en algunas oportunidades.
El delantero se pierde un gol y puede no pasar nada. El arquero se equivoca y es gol. Por eso para custodiar los tres palos de cualquier equipo hay que tener personalidad. “Cuando mi viejo me llevó a Sportivo yo tenía 8 años. Hice toda mi carrera en este club y lo amo, tanto como a mi familia. Siempre la tuve que remar, fui consciente de eso y nunca bajé los brazos. La partida de Leandro (Evangelisti) me abrió una puerta para cumplir el objetivo de jugar en el Federal una temporada. Mi objetivo como el de todo el grupo es el ascenso. Para eso nos esforzamos cada día en los entrenamientos y cada uno de nosotros dejamos la vida en la cancha. Lo del miércoles es una circunstancia del partido. Tuve la mala suerte que me tocó a mi, pero no me puedo dejar caer, primero porque tengo una familia detrás que espera que yo siga de pie, pero sobre todo porque mis compañeros se la van a jugar para clasificar”, explicó Martín después de jugar el partido por el torneo local frente a Colón.
Todavía no se conoce la sanción para Sambor. Su expulsión fue con roja directa y se espera en Puyuta que sea solo un partido, para poder regresar en la última fecha.
“Con el paso del tiempo y de los partidos te acostumbras a la presión de jugar sin margen de error. Lo del miercoles está olvidado y hoy pienso en apoyar a Alexis (Pulvirenti), que tendrá la misión de ser el arquero del mejor club de San Juan” cuenta con orgullo Martín.
Como pasa en esta categoría, es dificil vivir del fútbol solamente, por eso hay que ponerle el hombro. Desde hace algunos años empezó con un emprendimento laboral. “Empecé con una canchita de fútbol y con mucho sacrificio fui poniendo en condiciones el terreno para hacer un par más. Nadie me regaló nada y lo que tengo lo conseguí laburando. Amo el fútbol y doy la vida por él y por Desamparados, pero se que todo tiene un final. Y hay que estar preparado para eso. Detrás mío hay una familia y para febrero esperamos la llegada del cuarto integrante, aunque no se sabe todavía el sexo y no quiero saberlo hasta el momento del parto. Solo espero que sea como cuando llegó Valentina. Mi señora estaba embarazada cuando Sportivo ascendió al Nacional B” dejó como un lindo presagio futbolístico el arquero Puyutano.
En las redes sociales, una vez concluído el partido hubo críticas para el portero, Martín no las vio y tampoco quiere entrar en polémicas, solo quiere lo mejor. “Me motiva este grupo. Es muy fuerte y entre todos vamos a pelear para que Desamparados cumpla el objetivo que quiere la gente y por lo que estamos luchando todos nosotros”, concluyó Martín.
Como lo dijo su esposa, especialista en letras: “También lo llaman portero, guardameta, golero, conservero o guardavallas. Pero bien podría ser llamado mártir, paganini, penitente o payaso de las bofeteadas. Dicen que donde el pisa, nunca más crece el césped. Es uno sólo. Esta condenado a mirar el partido de lejos...
Ya llegará el día en el cual los flashes se posen sobre su humanidad como premio a tanto esfuerzo y lucha bajo los tres palos de su amado Desamparados.